martes, 26 de julio de 2011

Tomado de Martes financiero

Detrás de un mineral cotizado
 
El venezolano Koby Kamhaji tiene más de 27 años trabajando con diamantes de inversión. Ahora llega a Panamá para iniciar un negocio que pretende aprovechar los precios internacionales de estas joyas para expandirse a toda la región 
 
Zoraida Chong 
zchong@prensa.com 
 

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Experiencia

A los 17 años Koby Kamhaji tomó su primer curso de gemología y a partir de 1981 se dedicó a comerciar exclusivamente con diamantes. Ha participado activamente en la Bolsa de Diamantes de Israel, una entidad privada compuesta de unos 2 mil 500 miembros, que se ocupan de la producción, mercadeo, compra, correduría, importación y exportación de las piedras. También ha participado en las bolsas de diamantes de Bélgica, Nueva York y Miami. Su especialidad son los diamantes brutos (rough diamonds) de Venezuela y Guyana.
Koby Kamhaji dice ser la oveja negra de su familia, pues desde muy joven su inquietud lo llevó a ver más allá del negocio familiar. En su adolescencia, mientras trabajaba en la joyería de los Kamhaji, en Venezuela, quienes siempre se habían especializado en relojes, empezó a sentir curiosidad y atracción por los diamantes, hasta que un día un experto del Instituto Gemológico de América (GIA, por sus siglas en inglés), se cruzó en su camino.

"Conocí a una persona de la GIA que fue a pasear a Venezuela y le pedí que me diera un curso privado e individual de diamantes. Así tuve mi primer entrenamiento a los 17 años, duró 6 meses y fue donde aprendí sobre el tema", recuerda el empresario, quien para colocar las piedras para la foto de Martes Financiero, saca una pequeña pinza y las manipula con destreza.

Como buen comerciante, su forma de hablar es ágil y su conocimiento sobre la materia parece amplísimo, pero reconoce que la compra venta de estas gemas no es tan sencilla como tomar un curso. Asegura que la actividad "es como el tenis, hasta que no das cien mil golpes no vas bien".

Según este especialista en diamantes brutos de Venezuela y Guyana, para jugar en las grandes ligas internacionales hay que entender más que el color, la pureza y el peso de las piedras.

"La dinámica en el mercado es tan poderosa, que si no estás al día con los precios y la oferta y demanda, estás prácticamente perdido".

El especialista aclara que dos diamantes con las mismas características de color y pureza pueden tener precios muy distintos en función del tallado. "Hay diamantes que están tallados tan feo, que nadie los quiere".

En este punto Kamhaji hace alusión a sus experiencias en el país. Llegó para instalar la Bolsa de Diamantes de Panamá, un proyecto que intentó en Venezuela, pero que dice: "políticamente no se dio".

Su negocio, que se encuentra en la joyería Quimera de Multiplaza Pacífica, tiene menos de un mes de estar funcionando y ya ha llevado a cabo algunas transacciones, pero también ha visto a clientes desilusionados, pues además de vender diamantes de inversión, que tienen características específicas para mantener su valor en el mercado, está valuando piezas de manera gratuita.

"Increíbles las sorpresas que nos hemos llevado. Piezas que hemos valuado en mil 700 dólares, los dueños las compraron por 12 mil dólares. Una persona salió casi con lágrimas, porque traía un diamante por el cual había pagado 19 mil dólares y nosotros no le ofrecimos más de 3 mil 600 dólares".

Para Kamhaji, el desconocimiento que existe, no solo en Panamá sino en muchos países, acerca de los diamantes es lo que lleva a las personas a realizar inversiones erróneas. En primer lugar, dice, no basta tener certificados por sus diamantes, también es determinante el prestigio de la persona que está detrás de esas ventas.

Por otro lado, es indispensable tener presente que no es lo mismo una joya con diamantes que una pieza de inversión, pues aunque esta última se puede engarzar para lucir públicamente, la primera lleva siempre en el precio todo el trabajo de diseño y montaje. Además en las piezas trabajadas para joyería es muy difícil hacer un análisis exhaustivo de su calidad, pues la mayoría de las veces las "uñas" de metal obstaculizan la función de los aparatos especializados.

Al hablar de sus objetivos en un país con tan solo tres millones de habitantes, Kamhaji explica que es el primer paso de un negocio mucho más grande.

"Vine a Panamá para establecerme y vamos a abrir en toda Latinoamérica, desde México y Centroamérica hasta Suramérica", señala.

Su objetivo, aunque también vende joyas, es concentrarse en los diamantes de inversión, piezas que cuentan con un código de seguridad grabado, certificados de autenticidad y características particulares de color, pureza y proporción.

Kamhaji se muestra muy positivo con sus planes, pues asegura que el descenso del dólar en los últimos años en comparación con otras monedas ha propiciado un incremento en la demanda por materiales como el oro y el diamante.

Además, sostiene, mientras que el precio del oro ha sido históricamente fluctuante y los lingotes tienen la desventaja de no poder transportarse fácilmente, el diamante puede lucirse engarzado en un pendiente o unos aretes.

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